31/10/09

Pasión griega




Orfeo, hijo del rey tracio Eagro y de la musa Calíope, desde muy temprana edad, impresionó a sus mayores por el don que tenía para las letras y la música.
Apolo, maestro de las ciencias y las artes quedó tan asombrado por la habilidad musical del joven que decidió regalarle una lira y le pidió a las Musas que le enseñaran nuevas melodías para que pudiera perfeccionarse.
El instrumento musical se convirtió en la permanente compañía de Orfeo, le agregó dos cuerdas a las siete que la componían y de ella brotaban melodiosas armonías que encantaba tanto a las fieras como a las rocas, los árboles y a las personas, haciendo que todo y todos se movieran a su son. Hasta tal punto llegó la perfección de sus talentos en el arte que supo emplear para suavizar las costumbres feroces de los tracios que logró hacerlos pasar de la vida salvaje a las dulzuras de la vida civilizada.
Fue su padre, Eagro quien le dio las primeras lecciones de teología y luego sus diversos viajes lo fueron perfeccionando al punto que se hizo un experto en el tema muy reconocido en toda Grecia. Viajó a Egipto, se unió a los Argonautas, y al regreso, deseando ya establecerse y cansado de tanto viajar, finalmente, tomó la decisión de casarse con Eurídice, de quien se dice era muy bella y por quien su corazón latía tan fuerte que el sonido opacaba el canto de los pájaros.
El día de la boda, Aristeo, hijo de Apolo, se acercó a Eurídice y por la fuerza mostró su deseo de hacerla suya. Ella, en el intento de escapar de sus brazos pisó una serpiente que la mordió provocándole la muerte. Orfeo, no soportó la idea de haberla perdido, y en un ataque de furia, tomó su lira y bajó a los oscuros infiernos donde reina Hades para tratar de rescatarla de entre los muertos y traerla de vuelta su lado. Con su música logró encantar a las divinidades infernales, las hizo sensibles a sus dolores y obtuvo de ellas que su mujer volviese a la vida con una única condición: que Orfeo no mirase hacia atrás hasta que ella hubiese llegado a la luz, fuera de los límites del infierno. Ella guiada por las notas musicales que emanaban del instrumento musical, siguió a su amado a lo largo del oscuro pasaje, esperanzada de volver a reencontrarse con él y así librarse del mundo de las tinieblas. Confiaba en que él cumpliría con la condición dada por Hades, pero la impaciencia de Orfeo fue mayor, olvidó la prohibición y en el momento en que la luz cubrió su rostro, giró su cabeza para confirmar que su amada lo seguía y en ese preciso instante la perdió definitivamente.
Después de la pérdida de Eurídice, insensible por completo a los encantos del amor, Orfeo miró con desdén a las Ménades, quienes en un arrebato de furor lo desmembraron y le cortaron su cabeza la cual tiraron al río Hebro. Ésta quedó flotando y siguió cantando hasta llegar al mar que la condujo a la isla de Lesbos.
Al pie del monte Olimpo yacen los miembros del más célebre músico de todos los tiempos y es en ese lugar donde hoy cantan los ruiseñores de la manera más armoniosa que jamás se haya escuchado.


Cuantas veces la tentación nos gana y por caer en sus redes perdemos la oportunidad de lograr lo tan deseado.



14/10/09

placer vespertino

¡Qué placentero es tomar una cortado espumoso a media tarde en la plaza Matriz!

Me dí ese gusto, hace unos viernes atrás, cuando repentinamente decidí salir del trabajo y no volver!!!

La tarde estaba fría pero el sol calentaba tímidamente a los transeúntes de la peatonal. Divisé una mesa libre al aire libre y sin dudarlo me senté.

- Un cortado por favor.

Al poco rato lo vi acercarse buscando estabilidad en la bandeja y se me hizo agua la boca.

Capturé la imagen antes de alterar la estructura del elixir vespertino y acá la comparto con ustedes. Lástima que no salió el humito...




11/10/09

Cena marítima liviana


El fin de semana pasamos por el puertito del Buceo, compramos algunos mejillones y camarones.
A la hora de cenar, no lo pensé dos veces: sartén al fuego con un poco de aceite de oliva.
Volqué los bichitos de mar después de lavarlos bien, un poquito de sal y pimienta y a los dos o tres minutos, ajo y perejil picado.
Mmmm, el aroma invade la cocina. De acompañamiento, una ensalada verde muy fresca y nada más.
Bueno, nada más... comestible, el blanc de blancs helado no faltó.




8/10/09

Curiosidades de Montevideo

















Innumerables son las veces que he pasado por 18 de Julio y Yi sin haberme percatado nunca del nombre de esta fuente. Según averigüé, fue traída de Puerto Vallarta y estaba la pobre seca y sin atractivo alguno, penando en la frecuentada esquina montevideana; hasta que a la gente del Bar Facal se le ocurrió revivirla hace unos dos años, con la intención de convertirla en un atractivo turístico. Parece ser que la idea fue una pegada.

Hace unos días pasé esperando ver a una pareja que baila tango en una tarima al lado de la fuente. Me desilusioné al no encontrarlos, entonces desvié mi mirada a la fuente y me encontré con la placa que tiene inscripta una leyenda de amor. La observé con más detenimiento y mis ojos encontraron una enorme cantidad de candados de todas formas, tamaños y colores. Todos con nombres o iniciales (obedeciendo a la leyenda), los que seguramente fueron colocados por enamorados que se juraron amor eterno y esperanzados habrán vuelto en algún momento para reasegurar que "su amor vivirá por siempre".







4/10/09

duerme, duerme Negrita...

Hoy me despido de vos diciéndote " duerme, duerme Negrita..."
Tan solo quiero decir que tu música, tu voz , tus palabras flotarán eternamente entre nosotros.


1/10/09

Penas enterradas


nota: imagen bajada de :http://jangadaverde.com/SUDAMERICA.html


21 de enero de 2005. Subí al ómnibus de EGA pronta para emprender un viaje de catorce días al sur de Chile.

Después de dieciocho años de matrimonio, por primera vez me sentía sola. Me había separado hacía seis meses.

Una vez que comenzó el viaje el guía pasó la lista y recién ahí me enteré de quién sería mi compañera de cuarto; R. una maestra y psicóloga muy extrovertida.

Una noche de luna llena, en Puerto Varas, bajé con R. a conocer la playa y nos quedamos contemplando el majestuoso Osorno con su eterno pico nevado. La luz de la luna caía sobre el lago, dándole un aspecto de papel platinado a la superficie. Conversamos largo rato y a la hora de volver al hotel, dejamos enterradas en la orilla las penas que a cada una nos llevó a ese mágico lugar.



de la serie "on the road" N°3

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