29/7/09

haiku con haiga premiado






El 21 de julio pasado obtuve un digno tercer puesto en el concurso de haikus con haiga (imagen)
en el concurso realizado en " La página de los cuentos".
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25/7/09

pizzeta multicolor


Estoy sola, entusiasmada, escribiendo un cuento; pero el tiempo pasa, ya son las 21.30 hs y mi estómago me anuncia su deseo de recibir alimento. Voy a la heladera y encuentro pocas cosas, nada me motiva mucho, pero de pronto... un paquetito de levadura fresca me llama y me dice: "me quedan pocos días...". Sin pensarlo dos veces, pongo su contenido en un recipiente con agua tibia y un poquito de azúcar y lo dejo.
Vuelvo a la computadora y continúo con mi historia.
A los diez minutos, aproximadamente, vuelvo a la cocina y me encuentro con un platillo rebozante de levadura crecida. Urgentemente agarro 400 grs de harina y los coloco en un bols, hago un hoyo en el centro. Manos a la obra! Un poquito de sal , agrego la levadura y de a poco algo de agua hasta lograr la consistencia ideal (pegajosa en las manos). Saco la masa del bols y empiezo a sobarla de aquí para allá, cachetazo va y viene, amaso, estiro , junto , sigo amasando un rato hasta que siento que puedo jugar con ella con total facilidad. Pongo la bola de masa en un recipiente que tapo con film y lo coloco cerca del horno para que suba más rápido con el calor.
Vuelvo a la computadora. Reengancho la historia teniendo en cuenta que durante una hora no interrumpiré mi actividad. A eso de las 22.30 hs, ya con el estómago chiflando, voy a controlar el proceso de crecimiento y...ÉXITO, creció el doble! La amaso otro poquito, separo la mitad, la otra la guardo para otra ocasión. Estiro sobre una bandeja de horno mediana con unas gotas de aceite la masa y abro la heladera para ver qué encuentro: no tengo salsa de tomate, así que no sale una pizza clásica sino una inventada en el momento. Hojas de espinaca y rúcula, tomatitos cherry, fetas de jamón y pedacitos de queso muzzarella distribuídos con armonía de colores y texturas. Un chorrito de aceite de oliva y menos de diez minutos de horno moderado.
Acá les presento el resultado.
Terminé mi cuento mientras degustaba mi pizzeta inventada multicolor. La acompañé con una copita de vino cabernet sauvignon. Después, a la cama con el estómago contento.

17/7/09

La borra de café (no es la de Benedetti)

Nunca creí demasiado en estas cosas, pero como dice el dicho...
"creer o reventar".
Hace dos años, fui a visitar a Buenos Aires a dos queridísimas amigas de toda la vida, Tere, mi maestra de primer año escolar y Mari, mi compañera de banco en aquel entonces. Una tarde , después de almorzar, tomamos café y le pedimos a Mari que nos leyera la borra ( ella es descendiente de armenios ). Se puso los lentes, observó mi taza , me miró y sonrió.

- Hay un corazón en medio de la oscuridad- me dijo.

Miré incrédula y ahí estaba, pequeño y muy blanco con su forma bien delimitada.

Yo recién salía de mi segundo cáncer victoriosa y había encontrado a mi gran amor después de una relación que duró dieciocho años y terminó en desamor.

9/7/09

Tarde de invierno


La tarde está gris, llueve, hace frío y desde la ventana con el vidrio empañado, logro distinguir un árbol desnudo, peleando con el viento para que no quiebre sus ramas. No le queda ni una hoja, por lo tanto, confirmo que es de hojas caducas, como me enseñaron en la escuela. El tiempo inclemente lo mueve, me entristece verlo así, solitario, parece tan desprotegido. No tiene a nadie de su especie a sus lados con quien compartir los vaivenes de sus ramificaciones peladas, con quien jugar a la mancha, con quien susurrar. Estoy segura que está tiritando de frío. Se esfuerza en mirar al cielo y sólo ve un amenzante cielo nuboso, oscuro, que lo observa con prepotencia; no hay posibilidades de que en ese momento salga su amigo el sol para entibiar su cuerpo.
Yo, abrigada, cerca de la estufa, rodeada de mi familia, me siento afortunada. Me preparo un rico té de naranja y canela, pongo una fuente con buñuelos de manzana y banana recién hechos en el centro de la mesa, las tazas con cocoa caliente,cada una en su lugar, y los llamo a todos a merendar.
Solo yo percibo su presencia allá afuera, los demás no se percatan de su existencia. Levanto entre mis manos mi taza humeante, que despide su exquisito aroma, y bebo un sorbo. Vuelvo a mirar por la ventana y ya casi no lo distingo porque la lluvia es copiosa y golpea contra el vidrio
.

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