21/11/10

De colores

Este es un texto realizado entre dos. Al ver el resultado final le pedí permiso a mi amigo Joaquín para compartirlo y me dió luz verde.


El triste anciano parecía vivir en una burbuja de cristal. No lo dejaban ni moverse de tanto que lo cuidaban, pero no era feliz encerrado en aquel hogar para personas de la tercera edad. Su único deseo era poder disfrutar del aire puro cerca del mar, sintiendo en su rostro el aire fresco.No tenía interés en ninguna otra cosa.
Cierto día de primavera, muy temprano, logró escabullirse de las enfermeras del lugar y con el dinero que celosamente guardaba escondido entre las hojas de su vieja y querida Biblia,se dirigió a la calle, paró un taxi y le dijo al chofer:

- Lléveme hasta la playa, pero antes, dígame dónde puedo comprar una cometa.


La brisa del mar soplaba fresca y sintió una caricia en su rostro con profundos surcos. Se sentó en la arena.

Comenzaba a amanecer y el recuerdo de su niñez acudió a su mente dibujando una sonrisa.
Rememoraba aquellos barriletes de colores que hacía con su amigo Luciano.
Avanzó en sus memorias cuando era un adolescente y conoció a Paula, el amor de su vida, dos años menor que él.
¡Ay, cuántas veces se peleó con ella y cuántas veces los besos terminaron con las diferencias!

Paula le dio dos niñas y un niño a quienes él adoraba.
Fue muy feliz con Paula. Ninguna era más bella. Siempre con esa sonrisa amplia en esa boca que siempre le provocaba besar.
Don Ignacio hoy se escapó del geriátrico y trae una cometa de colores.
Se levanta de la arena y corre, corre por la playa elevando su birlocha.
De pronto la suelta, el viento se la lleva y él cae de bruces, se da vuelta mirando el cielo.

Se ve tranquilo, plácido y su mirada...fija en el barrilete que vuela alto...alto...alto...


1 comentario:

Patricia dijo...

Me encantó el relato, a mi y también a la lagrimita!!! Besos

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