Todos se van a dormir. Yo, tengo una cita, aunque esté cansada y con sueño, me quedaré despierta porque la quiero ver...será una oportunidad casi única dadas las buenas condiciones metereológicas.
La noche está despejada, estrellada y la dama de la noche luce grande y blanquísima pues está en el apogeo, su punto más cercano a la tierra, pudiendo apreciarse a simple vista sus mares grisáceos que parecen un encaje de tul que la adorna y embellece aún más.
Está fresco, pero eso no me impide cumplir mi cometido: salir al jardín y mirarla momento a momento hasta que quede totalmente cubierta y se complete el eclipse lunar.
Esta vez opté por no fotografiarla, solo contemplarla, seguramente fotógrafos profesionales hagan un buen trabajo y lo publiquen.
A las 00:36 comenzó a aparecer una sombra que lentamente se fue expandiendo sobre la blanca figura. Parecía que alguien estuviera colocando tímidamente un manto para cubrirla. En ese momento me ganó la tentación e hice un disparo con la cámara del celular, logré captar una imagen aceptable.
Siendo las 01:45 solo quedaba un delgado borde luminoso y el resto de la superficie oscuro.
De pronto, una luz rojiza comenzó a resplandecer sobre su cuerpo montrando una imagen tan hermosa que me dejó perpleja y emocionada. Fui egoísta, quedó grabada sólo en mis retinas.
Permanecimos un rato mirándonos en silencio. Yo, agradecida por poder vivir esa experiencia en la serenidad de una noche estival, ella...me guiñó con su último haz de luz y me dijo: “tu deseo se ha cumplido”, puedes ir a dormir.
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