30/10/10

Un atardecer especial en Paris...

Mi amiga Patricia y yo caminábamos por la Île de la Cité. Ella insistió en visitar La Sainte Chapelle. Como era de esperar, una larguísima cola de turistas se extendía por toda la cuadra.



_La vi hace veinte años- me dijo-, tengo un vago recuerdo, pero sé que me impactó. Quiero volver.

A sabiendas de que estaríamos un buen rato soportando el calor y el dolor de los pies después de tanto caminar, nos pusimos en la fila.

Por fuera, no lograba ver nada que me impactara demasiado ya que estaba en reparación, excepto "La aguja" con sus 75 metros de altura.



Luego de que nos hicieran una exhaustiva revisación de carteras, bolsos y mochilas en la entrada, los carteles nos indicaron el lugar de ingreso. Una puerta no muy majestuosa nos dio paso a la capilla.

_ No es nada del otro mundo - le comenté a Patricia. Bueno, las arcadas están lindas... pero no me parece bien que haya tanto negocio vendiendo souvenirs dentro...¿a qué se debe tanta fama?, ¿ésto es todo?


_ No sé, está diferente...yo recuerdo vagamente algo, pero crea que no era ésto...-me comentó.

En ningún momento me imaginé que estaba en la llamada Capilla "inferior", la de los sirvientes y plebeyos!
En una esquina, unas flechas indicaban el camino hacia unas estrechísimas escaleras caracol. Subimos y en el momento en que elevé la vista, quedé absolutamente impactada.
Frente a mi, como colosos, se erguían altísimas y finas vidrieras, las vidrieras de las reliquias con la representación de más de mil escenas religiosas, en un caleidoscopio de rojos, dorados, verdes, azules y malvas. La luz del sol las atravesaba y generaba una luminosidad espectacular. Ésta era la Capilla "superior", la reservada para la familia real.






Observé que mucha gente miraba extasiada sobre mi cabeza, giré y encontré el Rosetón donde la historia del Apocalípsis se describe en 86 paneles.



_ Ahora sí entiendo, esto es realmente hermoso. Gracias Pata por insistir en venir.

A la salida leímos un anuncio de los conciertos de la semana. Ese día un conjunto de cámara tocaría "Las cuatro estaciones de Vivaldi". Sacamos las entradas y decidimos volver al atardecer.
Fue una experiencia inolvidable escuchar el concierto mientras el sol se ponía y su luz entraba por el Rosetón iluminándolo en todo su esplendor.
Mis oídos estaban bañados por las enérgicas notas musicales, mis ojos veían una de las imágenes más bonitas de mi vida. Me emocioné, sentí la piel de gallina y unas tibias lágrimas rodaron por mi rostro. Estaba feliz de poder estar viviendo ese instante. Me sentí sumamente afortunada.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Eli es espectacular el material fotografico,gracias por compartirlo.
shosha

Anónimo dijo...

Eli no se si quedo registrado el mensaje anterior,por las dudas te repito es un material bellisimo.
shosha

Laurel dijo...

Pedazo de guía te mandaste Eli!!! Qué bueno!! Hermosa descripción tanto en las fotos como en tu texto! Abrazo

Helen dijo...

Un viaje a Paris que espero se me de....

Related Posts with Thumbnails