15/10/10

Esperado y feliz encuentro

Ya regresé de mi ansiado viaje a Polonia.


Es difícil describir la emoción que sentí al llegar a Przemyśl (ciudad del sur de Polonia, muy cerca de la frontera con Ucrania) al encontrarme con la familia de mi abuelo paterno.
Sus sobrinos y sobrinos-nietos fueron mis anfitriones durante mi estadía en su casa. Desplegaron un sinfín de atenciones hacia mi persona con una radiante sonrisa en sus rostros. La mesa del comedor desbordaba de platos típicos, brindamos con un licor de guindas hecho por la ama de casa que llevaba 18 años de maceración (¡una delicia!). Fue todo un honor pues solamente se pone en la mesa en ocasiones muy especiales.

_ Proszę! -fondo blanco.
_ Proszę! -una vez más, y otra...y otra.

Rápidamente me adapté a la costumbre de brindar de mañana, de tarde y de noche(hip). Ellos dicen que es necesario para mantener el cuerpo caliente...y los cachetes rosados.
Cientos de fotos emergieron de antiguas cajas que provocaron animados comentarios y sonrisas entre todos los que me rodeaban. La similitud de los rasgos faciales y físicos entre los hermanos de mi abuelo, mi padre, mis tíos y primos, confirmaba la relación genética indiscutida (la nariz que portamos los Wojnarowicz, por ejemplo...)

En memoria de los que ya no están, visitamos sus tumbas (la de mis bisabuelos y tí@s abuelos) y de una manera muy sencilla y respetuosa, nos unimos en momentos de silencio en los que nos sentimos en total comunión.
Se habla de buscar y encontrar las raíces. Yo sé que allá lejos, encontré a un grupo maravilloso de personas que me esperó con los brazos abiertos al enterarse de mi visita, caminé por las calles por las que caminó mi abuelo cuando era chico y me sentí una más del lugar. Percibí el amor de gente que desconocía y supe que eran "mi familia".

En ese momento me identifiqué como el nexo entre los descendientes americanos de un polaco que hace ochenta y cuatro años decidió cruzar el Atlántico en busca de un mundo mejor y otra cantidad de personas que llevan los mismos genes que yo que aún caminan...
por las antiguas calles empedradas,


a la vera del río San,

a la sombra de los abedules.

4 comentarios:

fiorella dijo...

Por lo que contás valió y mucho la pena cruzar el charco. Debe ser difícil describir tantas cosas.Que preciosas fotos.Un beso

Fragmentos dijo...

que maravilla Eli, que lugar mas lindo! me imagino la emocion intensa! tu abuelo donde este, debe sentirse orgulloso de vos!
besos!

Lucía.uy dijo...

Bienvenida Eli! hermosas fotos y sentidas letas.Espero mas cronicas del viaje.

un abrazo

Cala dijo...

Eli, me emocionaron tus cuentos.Conozco historias similares, de personas que cruzaron el charco para "hacer la America", pero también comparto esas ganas de acercarse a la familia , en tratar de sentir lo que vivieron nuestros abuelos y estar en comunión con ellos, donde quiera que estén. Que linda experiencia, me alegro que la disfrutaras. un besote

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